Miércoles, 13 de Junio de 2012 08:50,
La sociedad costarricense, así como el resto de la comunidad mundial, ha llegado a un punto crucial en esta época histórica. La globalización, tal y como la conocemos, tuvo su ráfaga victoriosa, y así, somos sobre todo los jóvenes los que empezamos a vivir los efectos de los procesos de producción masivos y su correlativo consumismo desmedido, la inobservancia de límites ambientales, el irrespeto de derechos fundamentales laborales, la falta de transparencia -tanto gubernamental como de las empresas multinacionales-, entre muchas otras cosas.
No obstante, también vivimos en una etapa de grandes cambios, cambios en los ideales mundiales, y sí, que quede bien claro, lo que se quiere es realizar modificaciones determinantes de nuestro comportamiento que permitan la continuidad de la supervivencia del ser humano.
Una de las formas de dar un paso en este camino es la llamada Responsabilidad Social Empresarial (RSE). Este es un término que no es ajeno a muchas empresas, costarricenses u hospedadas acá. Por el contrario, ya es pan de cada día en estas, y sin duda alguna viene a contribuir con su grano de arena al bienestar de la humanidad. La amplitud del término, así como sus ramificaciones hacen que sea imposible su explicación a fondo en este pequeño artículo, pero basta decir que la RSE implica un compromiso de las empresas con la contribución de la construcción de una sociedad con mejor calidad de vida, mediante la satisfacción de expectativas no solo económicas, sino también las sociales y medioambientales. Se trata, en el fondo, de promover una participación activa de las compañías en la vida de la sociedad, devolviéndoles a las comunidades parte del beneficio obtenido, favoreciendo así su desarrollo real y sostenible.
Ahora bien, la consecución de este norte, en una empresa socialmente responsable, no es únicamente obligación de la compañía en sí. Desde afuera, la sociedad civil debe exigir actuaciones empresariales responsables, y sobre todo, colaborar cuando así sea necesario. Asimismo, desde adentro, la colaboración entre las organizaciones de trabajadores, sean Sindicatos, Asociaciones Solidaristas, Comités de Trabajadores, etc., y las empresas, puede, y desde mi punto debe, jugar un rol fundamental en la RSE de cada compañía.
Una relación de este tipo, simbiótica si se quiere, entre empresa y organizaciones representa una oportunidad única para alcanzar el máximo potencial de la RSE, y debe ser aprovechada en aras de conseguir este objetivo de forma completa y absoluta. La empresa encontrará en estas organizaciones un aliado incomparable a su lado, siendo que éstas representan un puente indiscutible con la sociedad, que le permitirá la puesta en práctica de las políticas de Responsabilidad Social, así como un reconocimiento invaluable por sus aportes sociales. Por este motivo, las empresas deben solicitar colaboración a sus organizaciones en todas y cada una de sus políticas de RSE, las cuales serán enriquecidas por este vínculo.
Por otro lado, las organizaciones, dada su naturaleza social, pueden y deben impulsar políticas y movimientos de RSE en sus determinadas empresas, proporcionándole a la misma todos los mecanismos, información y la ayuda que esté a su alcance, para lograr los objetivos buscados. En este sentido, la empresa debe estar anuente a la escucha de estas ideas, promoverlas e incluso adoptarlas, facilitando así la participación de las mismas organizaciones en sus políticas de Responsabilidad Social.
La RSE puede convertirse en un factor determinante para el bienestar de la sociedad, organizaciones y empresas, por lo que se debe impulsar su existencia desde todos los ángulos posibles. Las empresas deben empezar a ver más allá del horizonte de lo económico, y las organizaciones de trabajadores, como agentes sociales, pueden coadyuvar significativamente a este cambio y fomentar el progreso de movimientos que, al fin y al cabo, tienen como corolario la búsqueda de un interés superior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario