sencillamente para reflexionar
Había una vez un niño, que lo que más le gustaba de los circos eran los animales, y le llamaba especialmente la atención el elefante. Durante la función la enorme bestia hacía gala de todo su peso, un tamaño y una fuerza descomunales. Pero después de su actuación el elefante permanecía atado a un pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas. Sin embargo la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir. El misterio es evidente. ¿Por qué no huye?
El niño confiaba en la sabiduría de los mayores y preguntó a su padre sobre el misterio del elefante. Alguno de ellos le explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. ¡Ahhhh! Hizo entonces la pregunta obvia: Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan? Ninguna respuesta coherente obtuvo. Años más tarde descubrió alguien, verdaderamente sabio en cuestiones de elefantes, que había encontrado la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerrad los ojos e imaginad al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. En aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él. Imaginad que se duerme agotado y que al día siguiente lo vuelve a intentar, y al otro día y al otro. Hasta que un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer, y jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
El niño confiaba en la sabiduría de los mayores y preguntó a su padre sobre el misterio del elefante. Alguno de ellos le explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. ¡Ahhhh! Hizo entonces la pregunta obvia: Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan? Ninguna respuesta coherente obtuvo. Años más tarde descubrió alguien, verdaderamente sabio en cuestiones de elefantes, que había encontrado la respuesta: El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerrad los ojos e imaginad al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. En aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él. Imaginad que se duerme agotado y que al día siguiente lo vuelve a intentar, y al otro día y al otro. Hasta que un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer, y jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza.
Todos somos un poco como el elefante del circo, vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad, pero son nudos mentales que podemos eliminar. Si crees que no puedes realizar algo estarás en lo cierto, si crees que si puedes sabiendo que existen muchas formas de intentarlo también estarás en lo cierto. Lo que creas esa será tu realidad. Las creencias mentales, limitantes e inculcadas por los demás se pueden eliminar con naturalidad, solo si tú lo deseas y crees en ti. Una Actitud optimista y ganas de proyectar en el exterior tus ilusiones te ayudarán a encontrar los medios necesarios a través de personas o situaciones muchas veces inesperadas pero que te abrirán puertas que te llevarán a tu realización personal.