Miércoles, 11 de Abril de 2012 07:26                  
     Escrito por Carlos Pacheco                                                                               
 Si la cuaresma es una representación simbólica de renovación y  purificación, el sincretismo religioso del mejor limpiabotas de todo el  país es inobjetable (su sede está frente al correo, a un costado del  Club Unión).
El escoge,  de la nuca del caballo, el mejor pelo para fabricar sus  propios cepillos y no esos que rayan el cuero. No utiliza cualquier  trapo, ¡no señor!, él se confiesa un profesional del calzado, busca el  paño que represente la pulpa del algodón…
Para Carlos, Carlitos para otros, la teoría de origen divino no  existe y es falso que Cristo haya muerto a los 33 años. Lo dice con  criterio científico: “somos creación genética de los Anonakis”, es  decir, el Supremo de los Supremos los inventó. Eso era cuando los siete  planetas estaban alineados y en el centro estaba el planeta aplanado,  tipo nilizoide”.  Frena su relato cuando un iluminado vocifera: “hay que  aceptar a Cristo, de lo contrario arderán en las llamas eternas del  infierno”. Carlos opina que esos majes predican una religión de  negocios, vea usted, va a Israel y como esos mozotes por todo cobran:  “cinco dólares por ver la tumba de Jesús”, “dos dólares por recorrer el  muro de los lamentos”, “cinco dólares por vasito de agua del río  Jordán”.    
Mientras, interrogo a Carlos de dónde saca esa información, baja la  voz y me dice: “Secreto de Estado”. El está convencido que los gringos  tienen tres tipos de extraterrestres y asegura que uno está vivo; lo que  pasa es que los gringos se los robaron a los alemanes, Hitler que era  un cabrón, los dejó ir y claro, los gringos, ni majes que fueran, los  reclutó. Está convencido que el  inventor del celular es uno de los  Anonakis, de sangre azul; los reyes egipcios, los españoles, son unos  puretes de sangre roja.
Un gringo, al que limpia las botas, se muestra interesado por la  conversación. Le preguntamos en qué parte de Costa Rica vive. El dice  que en Mal País, pero se queja de la contaminación, de los precios como  en California, ya no vale la pena vivir ahí; hay mucho extranjero que  hace negocios, compran tierras y contaminan el ambiente porque no hay  drenajes ni tratamientos de agua negras. Y lamenta que las  municipalidades no actúen. En todo caso el panorama lo tiene claro: los  banqueros han venido saqueando al Estado y los que pagan son la mayoría y  eso se ve en Estados Unidos y Europa.  Toma aire, y dice que el domingo  tendrá un tope en Alajuela, quiere ir con las botas limpias y termina  dando una propina.
Le digo a Carlos que cómo está el asunto del Arca de Noé. “La vara es  así, bajaron dos ángeles y le dijeron al roco ese: ¡Vaya jalando porque  el hombre dice que esta vara ya no sirve. ¿Y usted cree que un barco de  aquí del correo hasta Tibás iba aguantar ese montón de animales? Sabe  qué, y en tono confidencial, otra vez los Anonakis –¡esos majes sí eran  arrechos¡-, le dieron el ADN, y claro cuando bajó la lluvia, los  reprogramaron en los laboratorios y listo”.
Vea jefe, aquí donde me ve, yo he saludado a Lula –colega mío-,  Cantinflas… Y un día de estos me fui a un almacén para preguntar por el  precio de un televisor y, bueno, nada que me daban pelota, y pasó otro  dependiente y nada, yo llevaba mi plata para comprarlo, hasta que salió  el administrador, un chavalo que yo le limpio los cachos, y me dice,  Carlitos, ya me lo atendieron, nada jefe, estos majes no me dan pelota.  Entonces, llamó a una muchacha y le dijo: “atiéndame bien a este señor  que es mi amigo” y hasta cafecito me dieron, yo compré el televisor al  contado, y después les dio una “barbiada” porque todos somos clientes.  Es más, usted viera que un día de estos saludé a Juan Carlos Mendoza, el  Presidente del Congreso, usted viera que ese es un chavalazo, muy  humilde, me saludó, iba entrando al Club Unión, yo le dije que estaba a  sus órdenes, pero, eso sí, yo tengo un horario de oficina: de 8 a.m. a 4  p.m., es más, ya voy jalando. Dicen estos majes, los predicadores del  correo, que Cristo murió a los 33 años, eso es falso: murió en  Cachimira, la India, a la edad de 173 años.