EDITORIAL
Los 14.000 embarazos anuales de adolescentes tocan al menos 42.000 vidas: las de la pareja de padres y las de los niños nacidos desu unión
Durante demasiados años, el país ha dado la espalda a esta realidad, dejándose guiar por el prejuicio y la negación
12:00 a.m.12/06/2012
Si hubiera duda sobre la urgente necesidad de educar a los jóvenes costarricenses sobre la sexualidad basta repasar la “Encuesta nacional de salud sexual y reproductiva”, así como los valiosos testimonios recogidos en la información publicada por este diario en su edición de ayer. Según la encuesta, el 48% de las jóvenes y el 61% de los muchachos inician la vida sexual entre los 15 y los 19 años. La mayoría tiene su primer encuentro a los 15, en el caso de los varones, y a los 16, en el de las muchachas.
Una joven, precisamente de esa edad, ofreció a los periodistas declaraciones donde se traslucen sus escasos conocimientos y el peligro en que se encuentra: “Sé que existen las pastillas y los condones y sé para qué sirven, pero no sé cómo usarlos. Si usted me pone en una mano un condón y en la otra una caja de pastillas, no sabría qué hacer con eso. Solo sé que el condón se lo pone el hombre en el pene y que las pastillas se toman una vez al mes... creo”.
La chica, vecina de la Gran Área Metropolitana, es alumna del décimo año. En ella se cumplen todas las condiciones que harían esperar mayores conocimientos. Está en una edad de altísimo riesgo, y la sociedad debió preocuparse por que llegara a ella con la información necesaria para evitar un error. Habita en zona urbana, donde se supondría menor impacto de los prejuicios contrarios a la formación sexual. Además, cursa una etapa avanzada de la educación secundaria. Sin embargo, su falta de conocimientos básicos está patente en la dubitativa e imprecisa respuesta a las preguntas de los periodistas.
Así se explican los 14.000 embarazos de adolescentes al año, una cifra invariable desde hace una década. En el 2011, el 70% de los casos se dieron en la zona rural, lo cual confirma la ventaja de los centros urbanos, pese al desconocimiento mostrado por los jóvenes de la ciudad. El 70% de las madres adolescentes dice no haber deseado el embarazo. El 30% restante probablemente no esté preparado para la maternidad o carece de las condiciones necesarias para sacar adelante un compromiso tan complejo y sacrificado.
En la mayoría de los casos, las víctimas son tres: una joven desprovista de lo necesario para la maternidad, con nuevas responsabilidades económicas y un horizonte educativo y laboral disminuido. Un joven en iguales circunstancias, muchas veces llevado a evadir, desde muy temprana edad, las responsabilidades básicas de la masculinidad, y un recién nacido obligado a compartir las limitaciones de sus progenitores. Los 14.000 embarazos adolescente anuales tocan, entonces, al menos 42.000 vidas, suficientes, en un país de 4,3 millones de habitantes, para ser causa de alarma.
Durante demasiados años, el país ha dado la espalda a esta realidad, dejándose guiar por el prejuicio y la negación, si no de la realidad misma, sí de sus consecuencias.
El debate sobre la necesidad de la educación sexual debería estar resuelto en busca del bienestar de los jóvenes y de la sociedad en general, pero la indecisión y el deseo de complacer a todos los grupos interesados impide el progreso.
La semana pasada, el Ministerio de Educación anunció su voluntad de dar un paso adelante. A partir del próximo curso, los estudiantes de sétimo, octavo y noveno cursarán el programa de “Educación para la afectividad y sexualidad”, recién aprobado por el Consejo Superior de Educación. Los profesores dedicarán a la materia una de las cinco lecciones semanales de ciencias.
No se trata de un curso sobre métodos anticonceptivos, explica el ministro de Educación, Leonardo Garnier. También abarca aspectos como la afectividad y el respeto a los demás. “No tocar este tema de sexualidad y afectividad deja un vacío que no podemos permitir”, afirma el ministro con la razón que le otorgan 14.000 embarazos de adolescentes todos los años.
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