- La trocha se hizo para compensar la fallida estrategia de defensa del territorio nacional
Sergio RiveraGeólogotierragroup@gmail.com 12:00 a.m.25/05/2012
Cuando se planifica un proyecto de desarrollo en un país de alta fragilidad ambiental y gran necesidad social como el nuestro, hay siempre que hacer un balance entre el costo ambiental, calculado o estimado mediante varias metodologías a partir del impacto ambiental, y el beneficio social sostenible a mediano y a largo plazo. Este balance, independiente de la valoración financiera del proyecto, debería ser ejecutado de una manera formal y congruente por equipos profesionales capacitados y de amplia experiencia por el proponente de la obra y revisado por un organismo estatal encargado de fiscalizar su validez.
El caso de la trocha Juan Rafael Mora es un capítulo más de la saga más fascinante de la historia nacional de la última década. En esta, se combina nuestro desdeño visceral por las aventuras militares, el resentimiento nacional hacia los sandinistas, la ilusión de ser amantes de la naturaleza y la necesidad gubernamental de popularidad.
La trocha se hizo para demostrarle al pueblo costarricense que, a pesar del fiasco en la Haya, consecuencia de la fallida estrategia de defensa del territorio nacional basada en el impacto ambiental al humedal provocada por la draga de Pastora, el Gobierno responde y puede defender a sus ciudadanos mejorando las condiciones de vida de una región olvidada por la historia.
Como hemos visto en las investigaciones realizadas por La Nación (23 y 24 de mayo, 2012) esta trocha se ejecutó sin ninguna planificación, carente de planos y sin las adecuadas medidas de mitigación destinadas a la protección del ambiente. Esta situación le da una clara ventaja a la demanda nicaraguense en la Haya por el impacto ambiental de esta trocha sobre el río San Juan y nos quita credibilidad en nuestra propia demanda ante ese mismo foro por los daños sufridos en la isla Calero.
La apertura de esta trocha se ha convertido en un clásico ejemplo donde los beneficios sociales se estimaron muy superiores a los costos o impactos ambientales. Muchos de los ambientalistas más connotados de nuestro medio así como distinguidos académicos de las universidades públicas salieron a los medios de comunicación diciendo que el impacto ambiental de esta obra de 160 kilómetros de longitud iba a ser despreciable y de todas maneras aquellos pequeños impactos tendrían poca duración y serian mitigados en el momento apropiado. Todas estas afirmaciones hechas como lo hemos visto, sin ningún fundamento técnico y quizás motivadas por un patriotismo límbico.
El análisis del costo ambiental y el beneficio social de una obra de la magnitud de la trocha Juan Rafael Mora no se puede hacer desde un despacho en San José y mucho menos en una situación tan delicada donde hay conflictos internacionales de por medio. En este caso, los mismos beneficios sociales pudieron haberse obtenido evitando o minimizando el costo ambiental, únicamente se requería de planificación y un poco de sentido común.
Al no ser consistente en sus exigencias ambientales, el Estado costarricense esta enviando un mensaje de debilidad institucional que le quita credibilidad ante los ciudadanos y la opinión publica internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario