¿Que son los Estudios Sociales?

¿Que son los Estudios Sociales?

Los Estudios Sociales son una asignatura que integra la Historia y la Geografía; como eje central hace posible la comprensión de los seres humanos en sociedad y de los procesos históricos, sociales, políticos, económicos y ambientales propios del medio en el que el estudiante se desenvuelve en procura del desarrollo de una visión del mundo cada vez más global, independiente y dinámica (SIMED 1996, p.11). Por ello, en el proceso de enseñanza, el docente debe tener un papel de mediador en la construcción del aprendizaje; debe propiciar experiencias significativas que le permitan al educando adquirir conocimientos, asumir valores, desarrollar habilidades y destrezas; y sobre todo, desarrollar su sentido crítico.

martes, 5 de junio de 2012

El oro de los excluidos
Danny Solano Gómez
dsolano@elecocatolico.org


El oro simboliza el poder económico y la vanidad, pero para los humildes vecinos de Las Juntas de Abangares, provincia de Guanacaste, significa apenas poder subsistir en un pueblo sin otras oportunidades de empleo.
Es la cruda realidad que encarna el joven José Luis Guevara Sequeira, de 18 años, quien armado con mazo y cincel, todos los días le arranca el preciado metal a las durísimas rocas de cuarzo de la mina Las Torres.
Todavía cegado por la claridad del sol, con sus manos endurecidas y agrietadas reconoció que se gana la vida como ‘coligallero’ (minero artesanal) porque tiene que velar por su madre enferma, esta fue una de las razones por las que decidió dejar sus estudios. “Si yo tuviera otra posibilidad trabajaría en otro lado”, afirma sin titubear. ¿Le gusta la mina? “A nadie le gusta estar aquí, pero hay que hacerlo”, agrega.
Como la suya, por lo menos otras 700 familias dependen de esta actividad, según un estudio publicado en el 2011 por la Dirección de Geología y Minas del Ministerio de Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (Minaet) a cargo de la geóloga Sirzabel Ruiz Barrantes.
Riesgo permanente
El ex minero José Cordero da fe de estos cálculos. Él comenta que la gran mayoría de los vecinos de Las Juntas se dedica a la minería por la falta de empleo. Él trabajó desde pequeño junto a su padre y su hermano, y es consciente de lo peligrosa que es la actividad.
De hecho, después de un accidente que sufrió su padre hace varios años decidió buscar otro trabajo. Para hallarlo tuvo que trasladarse a vivir a Miramar de Puntarenas, donde hasta hace un mes consiguió un empleo estable.
A don Álvaro, padre de José, una roca le cayó encima y lo prensó contra uno de los paredones de la mina. A pesar de ello, él asegura que la minería es su pasión y la fuente de superación de sus hijos, que estudiaron gracias al oro que extraía.
El incidente ocurrió en la mina La Unión, en Bellavista. Aquel día sobrevivió tras una operación de emergencia y sufrir dos paros cardíacos.
“Estuve con sondas durante un año, pasé en cama tres meses, mi cadera se quebró en tres partes, en los riñones todavía tengo mangueras… solo Dios sabe cómo estoy vivo” recuerda don Álvaro, un hombrón sencillo y cordial.
Los médicos le dijeron que iba a ser difícil que caminara. A los tres meses empezó a caminar de nuevo y volvió a la mina. “Encima de la piedra que me destripó fui y almorcé”, relata.
Pero su historia no es común. Los accidentes en los túneles han cobrado la vida de varios mineros, mientras que otros han resultado gravemente lesionados y sin la posibilidad de optar de un beneficio por incapacidad laboral, ya que la gran mayoría carece de seguro social u otro tipo de garantías.
Brillo que cautiva
“La mina es un vicio. El que llega a la mina y trabaja un día, le entra el gusano de la minería y después no lo deja”, comenta por su parte Isaac Gamboa, un minero conocido como “Cayori” .
Este coligallero dice que no consigue trabajo por su avanzada edad, pero también es consciente de que en Abangares “no es que cueste conseguir trabajo, es que ¡no hay!” por eso aconseja a las nuevas generaciones estudiar y salir adelante, pues aquí “el único trabajo que hay es el de minero, y es feo”.
“Esto es un vicio, si usted puede ver que hay oro, se puede estar cayendo (la mina) que usted va pa´dentro”, dice por su parte Esteban Valverde de 21 años.
Este joven se dedica a la minería desde los diez años. Siempre acompañaba a su padre, hasta que un día su papá decidió no volver, pues le afectó encontrar a un amigo muerto en una cueva tras ser intoxicado por el monóxido de carbono expulsado de las cavernas.
“Con mi papá me he visto cerca de morir, pero esto tiene algo, es como si Dios te avisara… cuando estás en una parte de la mina y te cae un terroncito encima es por algo… mejor corra”, afirma.
Esteban trabajó en una empresa piñera, pero salió de allí porque la paga era mala (por quincena ganaba poco más de 100.000 colones), debía levantarse a las 3:30 a.m. para llegar a las 5:00 a.m. al trabajo y luego regresar casi a las 9:00 p.m., mientras en la mina trabaja menos horas y gana un poco más.
Los “coligalleros” concuerdan en que hay días muy buenos, donde se puede ganar buena cantidad de dinero y también hay días malos, donde incluso no obtienen nada.
La rutina del minero
Cada día don Álvaro se levanta temprano, se monta a su camioneta y se dirige a la mina por un tortuoso camino de lastre y barro.
En una de las zonas más peligrosas de la pedregosa calle hay una cruz al lado del camino en memoria de un minero que murió cuando un camión que llevaba trabajadores resbaló y cayó a un barranco.
Llega hasta donde están los túneles y saluda a sus colegas. Se encuentra con Carlos, que está quebrando piedras, toma un cuarzo y explica que la parte azulada es la que tiene la “pinta”, donde posiblemente hay oro.
Carlos necesita una cajuela (una cubeta de pintura) llena de rocas para obtener alrededor de un gramo de oro, lo equivalente a más o menos 15.000 colones. Asegura sacar un gramo o gramo y medio por día, pero de ahí debe descontar el pago del alquiler de la rastra (máquina para moler las rocas), que extrae el oro mediante el uso de mercurio, un elemento químico de uso restringido por su grave daño al medio ambiente y el riesgo para la salud humana.
En las cavernas hechas por ellos mismos utilizan pico, mazo y cincel, aunque también en algunos casos se hace uso de equipo como compresores y explosivos. Han abierto túneles de hasta 100 metros que traspasan una colina de lado a lado.
Las cuevas se construyen sin los parámetros adecuados de seguridad. Son pasillos húmedos y angostos, donde con incomodidad los trabajadores pican pacientemente por todos lados en busca de rastros de mineral.
Recientemente, dadas las lluvias, varias “ventanas de tierra” que se construyeron y que estaban siendo excavadas quedaron cubiertas. Por dicha ocurrió en la noche cuando no había nadie trabajando.
El reino de la oscuridad
El aire se hace más denso conforme los coligalleros se adentran en la mina, un pequeño foco les ayuda a ver apenas el punto donde van a picar, a su alrededor todo es oscuridad.
Una pequeña parte de los restos recogidos los ponen en una pala con agua y comienzan a agitar una y otra vez, a este paso se le llama: Cateo. Esto sirve para hacer una estimación de cuánto oro puede haber, y así tener una idea de la calidad del material y analizar cuánto sustraer.
De este muestreo proviene su nombre, pues cuando hacen el cateo el polvo dorado reunido en la pala parece una cola de gallo, de ahí lo de “coligalleros”.
Después, junto a otros peones, se saca todo el material al hombro hasta la rastra. Básicamente se trata de dos depósitos con agua, en cada uno hay dos grandes rocas que giran con el fin de triturar los fragmentos de roca hasta convertirlos en polvo.
En la rastra, está el mercurio, que los mineros describen como un imán para el oro. Este elemento debe ser manipulado de manera muy cuidadosa, ya que es tóxico.
De hecho, en el estudio realizado por Geología y Minas se recomienda el uso de cianuro en una planta formal, para hacer el proceso menos dañino, aunque no hay un proyecto en marcha en este sentido.
El Diagnóstico de la Minería Artesanal Aurífera en el Cantón de Abangares concluye que “no solo es una actividad ilegal de subsistencia, también representa una problemática de grandes dimensiones que abarca los campos técnico minero, de la protección ambiental, de la salud humana y el aspecto socio-económico cantonal”.
Empero, desde que las empresas extranjeras cesaron sus operaciones oficiales en estas minas a mediados de los años noventa, sin cumplir sus responsabilidades patronales y dejando sin empleo a los trabajadores, el gobierno no ha concretado un solo proyecto que resuelva la situación o al menos minimice los problemas de la población que al menos parece conocer.
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La solidaridad de un Papa minero
Durante la ocupación nazi en Polonia, el Papa Juan Pablo II tuvo que hacer trabajados forzosos, entre ellos laborar en la mina de piedra de Zakrzowek.
El papa obrero –como le llamaban en algunas ocasiones- siempre se caracterizó por solidarizarse con los trabajadores que hacen su labor en circunstancias difíciles.
Así quedó demostrado en diversos acontecimientos, como su visita a la región minera de Oruro en Bolivia, donde pronunció un discurso con el objetivo de darle fuerzas y esperanzas a los humildes campesinos, obreros y mineros del país.
En una de las tantas imágenes simbólicas, hay una muy especial en la que un minero le obsequia un casco al Sumo Pontífice.
También durante el Jubileo de los Trabajadores, Juan Pablo II se refirió a la dignidad del trabajador y la necesidad de cambios para dar mejores condiciones. “A todos los que sufren a causa de la falta de trabajo, de un salario insuficiente, de la indigencia de medios materiales”.

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